Al revolver una esquina
me encontré con un convento,
las monjas vestidas de blanco,
la superiora en el centro,
más arriba dos ventanas,
más todavía un par de espejos
y en lo más alto la plaza
donde pasean los caballeros.
más adivinanzas del cuerpo humano...
Cinco hijitos tiene cada una y dan tortazos como ninguna.
Sólo tres letras tengo pero tu peso yo sostengo. Si me tratas con cuidado, te llevaré a cualquier lado.
Una capilla llena de gente y un capellán en medio que predica siempre
En un huerto no muy llano hay dos cristalinas fuentes, no está a gusto el hortelano, cuando crecen las corrientes.
Al dar la vuelta a la esquina tropecé con un convento, las monjas iban de blanco y el sacristán en el centro.
Uno larguito, dos más bajitos, otro chico y flaco, y otro gordazo.
Porque no se caiga pagan, pero, si se cae, nadie se agacha a recogerlo.
Cueva con treinta y dos machacantes que dispone de un solo habitante.
En la jirafa descuella, bajo la barba del rey, lo tiene cualquier botella, la camisa o el jersey.
Cuando sonríes asoman blancos como el azahar unas cositas que cortan y que pueden masticar.