Cerca del polo, desnuda,
sentada sobre una roca,
suave, negra, bigotuda.

Un espléndido abanico que no produce pavor, sus alas, plumas y pico son reales, sí señor.

Mamífero rumiante de cuello alargado, por el desierto, errante, siempre anda jorobado.

Iba una vaca de lado, luego resultó pescado.

Viajeras somos de negros vestidos, debajo de las tejas hacemos los nidos.

¿Quién hace su casa en la verde rama, y allí a sus hijos solicita y llama?

Tengo ocho patas cargadas de ventosas, y paseo por las rocas, meciéndome en las olas. ¿Quién soy?

Adivina adivinador, por las mañanas soy un gran cantor.

Soy un turco pues sustento las mujeres que me dan, con quien hago de galán; repártoles el sustento, de celos padezco afán. Roja diadema me adorna, el traje Dios me lo dio, y aunque carezco de dientes tengo fama de cantor.

Iba una vaca de lado, luego resultó pescado.

Dos pinzas tengo, hacia atrás camino, de mar o de río en el agua vivo.