Dos hermanitos muy igualitos,
en llegando a viejecitos
abren los ojitos.
más adivinanzas de ropa y vestuario...
Pisados, siempre en el suelo, recibiendo malos tratos, y sin señales de duelo.
Colgada voy por delante y al hombre hago elegante.
El pie tapo al instante igual que si fuera un guante.
Me lleváis, me traéis, y si sois nuevos quizás me mordéis.
Tengo corazón sin ser persona, tengo bata sin ser mujer. y el hombre elegante me lleva delante.
Ahí vienen dos: uno se moja y el otro no.
Nuestra dueña nos coloca uno a cada lado, siempre pendientes, siempre colgados.
Ani lloró todo el día; perdió lo que más quería
Redondito, redondón, no tiene tapa ni tapón.
Rodeo cuellos y cuellos, tanto de ellas como de ellos.