adivinanzas para niños

Jamás aprendí a escribir
y soy muy gran escribana
y, con invención galana,
te suelo siempre servir
sin cansar tarde y mañana.

 

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Cae de la torre y no se mata, cae en el agua y se desbarata.

Entre mis hojas se esconden hadas, princesas y duendes. Cuando me lees de noche, sin darte cuenta te duermes.

Muy chiquito, chiquitito, que pone fin a lo escrito.

Sin ser árbol, tengo hojas, sin ser bestia, un buen lomo y mi nombre en cada tomo.

Por dentro carbón, por fuera madera, en tu maletón voy a la escuela.

Blancos son los campos, las semillas negras, cinco son los bueyes que el arado llevan.

Como una ametralladora se escucha mi tableteo; pero estoy en la oficina, que mi oficio no es guerrero.

Soy blanca como la nieve, me ponen sobre una mesa, para escribir sobre mí cuanto venga a la cabeza.

Yo salgo todos los días por eso me llaman diario. Estoy lleno de noticias, sucesos y comentarios.

Corta bien y no es cuchillo, afila y no es afilador, y te presta sus servicios para que escribas mejor.