Llegamos sin cesar, una tras otra,
desde el mar a la playa a descansar.
A veces, sin embargo, más furiosas,
los barcos podemos destrozar.
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Un truquito este pez tiene que no todo el mundo sabe: si a su nombre quitas la «ene», va y se transforma en ave.
Sin estrujarte el testuz y rápido cual centella, ¿sabrás decirme qué estrella nunca jamás tiene luz?
Es la reina de los mares, su dentadura es muy buena, y por no ir nunca vacía, siempre dicen que va llena.
No pienses en otras cosas, que las tienes en el mar, o las ves llegar furiosas, o las ves mansas llegar.
Soy pequeño y alargado, en dos conchas colocado, como no puedo nadar, me pego a las rocas del mar.
En mí se mueren los ríos, y por mí los barcos van, muy breve es el nombre mío, tres letras tiene, no más.
Las hijas de este animal son pequeñas y delgadas, pero por su gran sabor, son muy caras y apreciadas.
Adivina quien yo soy: al ir parece que vengo, y al venir, es que me voy.
El que lo pica se hace pez, ¿Quieres que te lo diga otra vez?
Soy chiquitito, puedo nadar, vivo en los ríos y en alta mar.