Tengo ocho patas
cargadas de ventosas,
y paseo por las rocas,
meciéndome en las olas.
¿Quién soy?

Con la primavera, llega la viajera. Su nido es de barro y su cola, de tijera.

No lo parezco y soy pez, y mi forma la refleja una pieza de ajedrez.

Con su risa mañanera toda la playa alborota, pescadora y marinera.

Mi reinado está en el mar, soy de peso regordeta; un día, siglos atrás, me tragué entero a un profeta aunque luego lo expulsé al pensar que estaba a dieta.

¿Qué es, qué es, del tamaño de una nuez, que sube la cuesta y no tiene pies?

A la orilla de los ríos, croan sin meterse en líos, saltos dan, mas no son osos sino animales verdosos.

Dos torres altas, dos miradores, un quitamoscas, cuatro andadores.

Es blanca como la nieve, es negra como el carbón, las patas como una vela, el cuello como una hoz.

Iba una vaca de lado, luego resultó pescado.

Soy un animal patoso, y cuento con muchas patas; pero, en cambio, sólo tengo un pico y un par de alas.