Santa con nombre de flor,
y, a pesar de este retrato,
me confunden con zapato.
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Juntos, en ovillo, duermen los mellizos; cuando se separan, estirados andan.
Puedes llevarlo en el pelo y, a veces, en los zapatos, se coloca en la cintura y en el rabo de los gatos.
Tengo copa y no soy árbol, tengo alas y no soy pájaro; protejo del sol a mi amo, en invierno y en verano.
Mi padre al cuello la ata y, poco a poco, la aprieta hasta llegar a su meta.
Ani lloró todo el día; perdió lo que más quería
No me utilizan los patos más me llevan de apellido, con «Z» empieza mi nombre, ¡y ya el resto es pan comido!
Ahí vienen dos: uno se moja y el otro no.
Pisados, siempre en el suelo, recibiendo malos tratos, y sin señales de duelo.
Tienen justo cinco dedos como la mano; se rellenan en invierno, se vacían en verano.
Una piel que es otra piel, una mano que no es mano y el frío se aguanta bien.