Tengo vaina y no soy sable,
el que lo sepa, que hable.

Una señorita va por el mercado con su cola verde y el traje morado.

En el campo me crié atada con verdes lazos, y si lloras por mi, me estás partiendo en pedazos.

Pelo verde, barba roja, se deshoja y comienza tu congoja.

Dentro de una vaina voy y ni espada ni sable soy.

Soy una loca amarrada que solo sirvo para la ensalada.

Vive bajo tierra, muere en la sartén, sus diez camisitas llorando se ven.

Pi, pi, cantan los pájaros, miento y digo la verdad; por muy listo que seas, creo que no acertarás.

Un señor gordito, muy coloradito; no toma café, siempre toma té.

Si te digo: tres, catorce y, además, digo mentiras, ¿es planta que tú conoces?

Me abrigo con paños blancos luzco blanca cabellera y por causa mía llora, hasta la misma cocinera.