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adivinanzas de libros y escritura

Soy pequeño, pequeñito,
más con tal poder y arte que,
si no me pegan bien,
no van a ninguna parte.


Entre mis hojas se esconden
hadas, princesas y duendes.
Cuando me lees de noche,
sin darte cuenta te duermes.

Dos son tres,
tres son cuatro
y cuatro son seis.
¿Qué son?

No me hace falta sacar pasaje:
me mojan la espalda
y me voy de viaje.


Si me mojas y me pegas
viajará la mensajera.

Corta bien y no es cuchillo,
afila y no es afilador,
y te presta sus servicios
para que escribas mejor.


Muy chiquito, chiquitito,
que pone fin a lo escrito.

Aunque sea tan pequeño,
siempre separo
y siempre detengo.


Yo salgo todos los días
por eso me llaman diario.
Estoy lleno de noticias,
sucesos y comentarios.

Cae de la torre
y no se mata,
cae en el agua
y se desbarata.


Sin hablar puedo decir
lo que mi dueño ha pensado;
tengo un carro, aunque sin mula,
y me muero en tres espacios.

Contengo todas las letras,
los números y los signos,
si me aprietan con los dedos
escriben hasta los niños.


Como una ametralladora
se escucha mi tableteo;
pero estoy en la oficina,
que mi oficio no es guerrero.

Tengo muchas hojas
y flores no tengo
mas si tú me mojas
yo me siento enfermo.


Con sus páginas abiertas
te va ilustrando la mente,
si alguna vez lo prestaras,
lo perderás para siempre.

Sin ser árbol, tengo hojas,
sin ser bestia, un buen lomo
y mi nombre en cada tomo.


Suelo ir de mano en mano,
hojas tengo y no soy flor,
y aun teniendo muchas letras
no soy de nadie deudor.

Con mis hojas bien unidas,
que no me las lleva el viento,
no doy sombra ni cobijo,
pero enseño y entretengo.


Tengo hojas sin ser árbol,
te hablo sin tener voz,
si me abres no me quejo,
adivina quien soy yo.

Por dentro carbón,
por fuera madera,
en tu maletón
voy a la escuela.


Nunca bien supe escribir
pero soy gran escribano;
bien que te puedo servir,
si me tomas en tu mano.

Jamás aprendí a escribir
y soy muy gran escribana
y, con invención galana,
te suelo siempre servir
sin cansar tarde y mañana.


Soy blanca como la nieve,
me ponen sobre una mesa,
para escribir sobre mí
cuanto venga a la cabeza.