Yo fui el primer hombre
y, aunque lo que digo te asombre,
es nada, al revés, mi nombre.
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Es un mundo en miniatura que en cada mes de diciembre celebra que en un pesebre nació una divina criatura.
¡Tilín, Tilán!, en las procesiones, ¡Tilín, Tilán!, las fiestas animan ¡Tilín, Tilán!, todos los domingos, ¡Tilín, Tilán!, nos llaman a misa.
Si queréis saber, señores, cómo se llama mi majo, acordaos de aquel ángel que tiene al diablo debajo.
En el cielo no lo hubo, Dios al hombre no lo dio, Dios con ser Dios no lo tuvo y un hombre a Dios se lo dio.
No era mona, ni era pillo, y a la Iglesia daba brillo cuando pasaba el cepillo.
Qué hora es en que rezamos, duerme el sol tras los oteros, y se entristecen los amos pero no los jornaleros?
Salieron de Oriente con rumbo a Belén, si quieres juguetes escribe a los tres.
No soy ave ni pez, ni soy una cosa rara, y sin ser ave ni ser nada, soy ave y nada al revés.
Te sale con un buen golpe, luego se pone morado para que tu puedas presumir de algo arzobispado.
Verás una Virgen bella, madre de su propio Padre, y aunque es verdadera madre no deja de ser doncella.
