Su padre relincha
con pésima voz,
su madre rebuzna
y suelta una coz.
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¿Qué animal de buen olfato, cazador dentro de casa, rincón por rincón repasa y lame, si pilla, un plato?
Tengo alas y pico y hablo y hablo sin saber lo que digo.
La jaula es su casa, su ropaje amarillo, con su canto alegra a todos los vecinos.
Adivina, adivinajera: no tiene traje y sí faltriquera.
Tengo ocho patas cargadas de ventosas, y paseo por las rocas, meciéndome en las olas. ¿Quién soy?
Hablo y no pienso, lloro y no siento, río sin razón y miento sin intención.
Soy sabia y no tuve escuela para mí no hubo doctrina soy maestra de cocina y cocino sin candela.
En el estanque me admiran, por mi elegancia y belleza tengo cuello largo y fino y muy bonita cabeza.
Soy un animal patoso, y cuento con muchas patas; pero, en cambio, sólo tengo un pico y un par de alas.
Prima hermana del conejo, aunque de lomo más alto, domina bien la carrera y el salto.
