María Penacho
parió un muchacho,
ni vivo ni muerto,
ni hembra ni macho.

De negro y en procesión adivina quiénes son.

Tengo alas y pico y hablo y hablo sin saber lo que digo.

Viajeras somos de negros vestidos, debajo de las tejas hacemos los nidos.

Piensa poco y salta mucho, dime su nombre que no te escucho.

Soy amiga de la luna, soy enemiga del sol; si viene la luz del día, alzo mi luz y me voy.

¿Quién hace su casa en la verde rama, y allí a sus hijos solicita y llama?

Su padre relincha con pésima voz, su madre rebuzna y suelta una coz.

Lo mismo que un galgo valgo, su retrato soy y amigo, y si por el campo salgo, las liebres mucho persigo, y es cierto que no soy galgo.

¿Cuál será aquel animal que rebuzna y no es borrico; en la cara, en el hocico y en el cuerpo es casi igual; que trabaja irracional, que lo que come merece, tiene de burro la cara, no es borrico y lo parece?

Volando en el aire, y besando las flores, se pasa su vida, de luz y colores.