En una larga abertura
tengo yo mi dentadura
y luego que empiezo a hablar,
todas mis piezas se mueven
sin poderlas yo parar.
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Mis caras redondas, ¡qué estiradas son! a fuerza de golpes, así canto yo.
Una vieja con un diente que llama a toda la gente.
Sobre una piel bien tensada, dos bailarines saltaban.
Entre pared y pared hay una santa mujer que con el diente llama a la gente, con las muelas a las mozuelas, con los colmillos a los chiquillos.
Brazos con brazos, panza con panza, rascando en medio, surge la danza.
A pesar de no ser buque tengo cuerdas y atavíos, también tengo un regio puente, pero nunca he visto un río.
En una larga abertura tengo yo mi dentadura y luego que empiezo a hablar, todas mis piezas se mueven sin poderlas yo parar.
Dama con pendiente que toca deprisa para que la gente no pierda la misa.
Una niña tontiloca, con la boca en la barriga, y las tripas en la boca.
Tengo un sonido tan suave, que ángeles tocan en mí; mis cuerdas acompañaron los salmos del rey David.