¡Que sí!
que me crece la nariz
al mentir
¡ay de mí!
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Mi padre me llevó al bosque y el camino señalé marcándolo con piedrecitas para así poder volver.
¡Qué suerte tiene esta señorita!, que tiene una varita, y cuando la agita, te convierte en princesita.
Con su caballo y con su escudero sale por la Mancha este caballero. Quiere justicia, busca aventuras y encuentra palos y desventuras.
La voz me quitaron para caminar, y el príncipe amado, me fue a rescatar.
Su madrastra y sus hermanas no la dejaban salir pero llegó el hada buena y al príncipe hizo feliz.
Roe, roe en la despensa; roe, roe, roe el pan, y si tú pierdes un diente un tesoro te dará.
Alto y flaco caballero justiciero y soñador, que, a lomos de Rocinante, a molinos se enfrentó creyendo que eran gigantes.
Era un animal feroz, hasta pintarlo de rosa; ahora nos divierte mucho; lo feroz... ya es otra cosa.
Todo cubierto con traje blanco, cuando aparezco a todos espanto.
Echo fuego por la boca, espanto por donde voy, ¡ten cuidado!, al que se equivoca, le echa fuego por la boca.
