Si te pregunto
cómo se llama
este gran bicho,
ya te lo he dicho.

Adivina, adivinanza ¿quién puso el huevo en la paja?

Soy un animal patoso, y cuento con muchas patas; pero, en cambio, sólo tengo un pico y un par de alas.

Un espléndido abanico que no produce pavor, sus alas, plumas y pico son reales, sí señor.

Aunque no soy pajarillo canto sin ninguna pena y cuando en plural me usan represento la condena.

Es blanca como la nieve, es negra como el carbón, las patas como una vela, el cuello como una hoz.

¿Qué animal de buen olfato, cazador dentro de casa, rincón por rincón repasa y lame, si pilla, un plato?

¿Cuál será aquel animal que rebuzna y no es borrico; en la cara, en el hocico y en el cuerpo es casi igual; que trabaja irracional, que lo que come merece, tiene de burro la cara, no es borrico y lo parece?

Lo mismo que un galgo valgo, su retrato soy y amigo, y si por el campo salgo, las liebres mucho persigo, y es cierto que no soy galgo.

Garra pero no mata, pata pero no de vaca.

Vive en el desierto, mata a las personas, debajo de las piedras, muy bien se acomoda.