Soy la redondez del Mundo,
sin mí no puede haber Dios,
Papas y Cardenales sí,
pero Pontífices no.
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Una letra pizpireta, de perdiz y cazoleta que se esconde en la maceta.
En medio del cielo estoy sin ser sol, ni luna llena, sin ser lucero, ni estrella; a ver si aciertas quién soy.
En el principio de Roma, tú me puedes encontrar. Vivo en medio de París y también al final del mar.
Una en la tierra, una en la luna; pero en el cielo no encontrarás ninguna.
Formo parte de París, en el fin del mar me encuentro, en el principio de Roma y, del Norte, estoy en el centro.
Soy la redondez del Mundo, sin mí no puede haber Dios, Papas y Cardenales sí, pero Pontífices no.
En cualquier día de la semana me verás, excepto en domingo que no me encontrarás.
¿Qué hay en semana, en minuto y en mes, pero no en hora ni en tres?
Sin ser el padre de Adán, principio y fin del alma he sido. En medio del mar y al final de la tierra, se escucha mi sonido.
Una vez en un minuto, dos veces en un momento, tres veces en mimetismo, y en cuatro, ¡no la encuentro!.
