Tengo forma de anillo,
y soy la primera y la última en organillo.
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Casi la lleva al principio, pancarta en la mitad y amanecer ya muy al final.
Soy la redondez del Mundo, sin mí no puede haber Dios, Papas y Cardenales sí, pero Pontífices no.
La letra más alta soy, la más delgada también, la luna y el sol me llevan, el aire nunca me ve.
Tengo forma de anillo, y soy la primera y la última en organillo.
En medio del mar estoy, no soy ni buque ni vela, y si vas al arsenal, me encontrarás la primera.
En cualquier día de la semana me verás, excepto en domingo que no me encontrarás.
Formo parte de París, en el fin del mar me encuentro, en el principio de Roma y, del Norte, estoy en el centro.
No está nunca en la vereda, pero siempre está en la calle, nunca está con cerradura, pero siempre está con llave.
Una cosa quisicosa, de ovalada construcción, todos los hombres la tienen, pero las mujeres, no. El Obispo como todos también tiene dos.
En medio del cielo estoy sin ser sol, ni luna llena, sin ser lucero, ni estrella; a ver si aciertas quién soy.
