Con mi cara roja,
mi ojo negro
y mi vestido verde
el campo alegro.
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Amarilla en el centro, blanca por fuera. Si fuera huevo, estaría en la nevera, pero como no lo soy aparezco en primavera.
Una especie de corona de color que atrae a los visitantes a la flor.
Pura como el aire puro, perversa como un traidor, rojo es su color oscuro y su aroma embriagador.
Soy como hierro labrado, en el nombre, no en color, es suavísimo mi olor, con agua y sol me he criado, asomado a un corredor.
Suele tenerla la rosa y también la tiene el pez, aunque no se parecen en nada, ¿sabes tú que puede ser?
Unas manchas encarnadas entre los trigales son notas coloradas que alegran a los zagales.
Soy la flor del indeciso y del adivinador, todos me arrancan los pétalos: sí, no, sí no, sí, no.
No me olvides mi vida te digo con una flor, en ella está resumida la dulzura de mi amor.
Quita una «ene» a violenta y quedará un color que además es una flor aunque no huele a menta.
Con mi cara roja, mi ojo negro y mi vestido verde el campo alegro.
