Animal soy, desde luego;
me llaman el jorobado,
y que tengo cuatro patas,
ya se da por descontado.

Con su trompa preparada pasa a tu lado zumbando, se posa en tu piel desnuda y tu sangre va chupando.

Viajeras somos de negros vestidos, debajo de las tejas hacemos los nidos.

Del fin del estanque vengo, para mirar a los niños, a los cuales entretengo, con saltos, juegos y brincos. ¿Quién soy?

Vive en el desierto, mata a las personas, debajo de las piedras, muy bien se acomoda.

Buscando bambú por la China anda, aunque está muy solo, siempre va en panda.

Mientras ella cacarea, él va buscando pelea.

Mi reinado está en el mar, soy de peso regordeta; un día, siglos atrás, me tragué entero a un profeta aunque luego lo expulsé al pensar que estaba a dieta.

De verde esmeralda sobre la tapiada, rabo rabilargo, pata estirada, corre que te corre, mocita salada.

Llevo pijama a diario sin guardarlo en el armario.

Alas de muchos colores se pierden entre las flores.