Jamás de su casa sale
y corre el monte y el valle.
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Trabajar, siempre mucho trabajé; aunque nunca estudié en la escuela me conocen bien; algunos dicen de mí: «terco bicho es» y Pinocho mucho se asustó cuando en mí casi se convirtió.
Llevo pijama a diario sin guardarlo en el armario.
Soy roja como un rubí y llevo pintitas negras, me encuentro en el jardín, en las plantas o en la hierba.
¿Qué es, qué es, del tamaño de una nuez, que sube la cuesta y no tiene pies?
Tengo ocho patas cargadas de ventosas, y paseo por las rocas, meciéndome en las olas. ¿Quién soy?
Zumba que te zumba, van y vienen sin descanso, de flor en flor trajinando y nuestra vida endulzando.
Tengo tinta, tengo plumas y brazos tengo, además, pero no puedo escribir, porque no aprendí jamás.
Con su risa mañanera toda la playa alborota, pescadora y marinera.
En un monte muy espeso anda un animal sin hueso.
De colores muy galano, soy bruto y no lo parezco, perpetua prisión padezco, uso del lenguaje humano, si bien de razón carezco.
