Animal soy, desde luego;
me llaman el jorobado,
y que tengo cuatro patas,
ya se da por descontado.
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Con la primavera, llega la viajera. Su nido es de barro y su cola, de tijera.
Tengo alas y pico y hablo y hablo sin saber lo que digo.
La jaula es su casa, su ropaje amarillo, con su canto alegra a todos los vecinos.
Tengo ocho patas cargadas de ventosas, y paseo por las rocas, meciéndome en las olas. ¿Quién soy?
¿Quién hace su casa en la verde rama, y allí a sus hijos solicita y llama?
Soy un animal patoso, y cuento con muchas patas; pero, en cambio, sólo tengo un pico y un par de alas.
Piensa poco y salta mucho, dime su nombre que no te escucho.
Un espléndido abanico que no produce pavor, sus alas, plumas y pico son reales, sí señor.
Volando en el aire, y besando las flores, se pasa su vida, de luz y colores.
Adivina quien yo soy: al ir parece que vengo, y al venir, es que me voy.
