Caminar es su destino
y, yendo de casa en casa,
de su valija de cuero
saca paquetes y cartas.
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Preparo el terreno y la semilla siembro; siempre esperando que el sol y la lluvia lleguen a tiempo.
¿Quién es aquel caballero que me causa maravilla, que mientras alzan la hostia, está sentado en su silla?
Ni torcida ni inclinada tiene que estar la pared, para eso tengo plomada y me ayudo del nivel.
La cartera, compañera, me acompaña con frecuencia, voy de portal en portal llevando correspondencia.
Con traje de luces estoy en la plaza, delante de un bicho que, a veces, me mata.
Sin ser cojo usa muleta, y espada larga de acero, y ante el toro no se inquieta.
Todos los días del año me levanto muy temprano a quitar los desperdicios y basuras de tu barrio.
No soy bombero, pero tengo manguera y alimento a los coches por la carretera.
Tengo los zapatos rotos por la suela y el tacón, ¿quién me los arreglará con la aguja y el punzón?
Se puede quedar sin duros por culpa de los peludos.
