Cien amigos tengo,
todos en una tabla,
si yo no los toco,
ellos no me hablan
más adivinanzas de instrumentos musicales...
Tengo un sonido tan suave, que ángeles tocan en mí; mis cuerdas acompañaron los salmos del rey David.
A pesar de no ser buque tengo cuerdas y atavíos, también tengo un regio puente, pero nunca he visto un río.
Con su gran boca y un solo diente desde lo alto llama a la gente.
Entre pared y pared hay una santa mujer que con el diente llama a la gente, con las muelas a las mozuelas, con los colmillos a los chiquillos.
Una niña tontiloca, con la boca en la barriga, y las tripas en la boca.
Sobre una piel bien tensada, dos bailarines saltaban.
Zumba que te zumba, se oye mi son, en las noches navideñas, hasta que aparece el sol.
Una vieja con un diente que llama a toda la gente.
Yo tengo puesto de honor en toda fiesta guajira: cuando mis seis cuerdas pulsa, el campesino se inspira y su cantar yo acompaño con mi dulce melodía, desde que empieza el guateque hasta que despunta el día.
Con tan sólo cuatro cuerdas, que un arco pone en acción, esta caja melodiosa te alegrará el corazón.