Era un animal feroz,
hasta pintarlo de rosa;
ahora nos divierte mucho;
lo feroz… ya es otra cosa.

No soy ave ni pez, ni soy una cosa rara, y sin ser ave ni ser nada, soy ave y nada al revés.

Mi avión es una escoba; negra y fea me verán, persigo siempre a las hadas que al verme se espantarán.

Echo fuego por la boca, espanto por donde voy, ¡ten cuidado!, al que se equivoca, le echa fuego por la boca.

Azul, o rosa, o cubista, siempre artista.

¡Qué suerte tiene esta señorita!, que tiene una varita, y cuando la agita, te convierte en princesita.

De rojo me cubro sin ser amapola, mi abuela y el lobo completan la historia.

Lleva la cara pintada, y unos grandes zapatones, ríen los chicos y grandes, con sus chistes y canciones.

Ella no tiene pies, y si te descuidas, parece un pez.

Alto y flaco caballero justiciero y soñador, que, a lomos de Rocinante, a molinos se enfrentó creyendo que eran gigantes.

Robo a los ricos, se lo doy a los pobres, y a mi amada Marian, le mando flores.