Puedo ser alegre o triste,
según quien me toque esté:
con que me rasgues las cuerdas,
buen sonido emitiré.
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Dama con pendiente que toca deprisa para que la gente no pierda la misa.
En una larga abertura tengo yo mi dentadura y luego que empiezo a hablar, todas mis piezas se mueven sin poderlas yo parar.
La habrás oído tocar, piensa, medita, recuerda, ¿qué instrumento musical no tiene más que una cuerda?
Cien amigos tengo, todos en una tabla, si yo no los toco, ellos no me hablan
Marfil y madera fina, a tocarnos con talento, el que no sabe, no atina.
Entre pared y pared hay una santa mujer que con el diente llama a la gente, con las muelas a las mozuelas, con los colmillos a los chiquillos.
Buenas y sonoras cuerdas tengo; cuando me rascan, a la gente entretengo.
Soy una caja adornada con dos palos para sonar, y en la banda de la escuela, me puedes encontrar. ¿Qué soy?
Mis caras redondas, ¡qué estiradas son! a fuerza de golpes, así canto yo.
Una vieja con un diente que llama a toda la gente.
