¡Que sí!
que me crece la nariz
al mentir
¡ay de mí!
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Alto y flaco caballero justiciero y soñador, que, a lomos de Rocinante, a molinos se enfrentó creyendo que eran gigantes.
Era un animal feroz, hasta pintarlo de rosa; ahora nos divierte mucho; lo feroz... ya es otra cosa.
Salieron de Oriente, con rumbo a Belén, si quieres juguetes, escribe a los tres.
No soy ave ni pez, ni soy una cosa rara, y sin ser ave ni ser nada, soy ave y nada al revés.
Me pinché con una rueca, y cien años me dormí, hasta que el beso de un príncipe, hizo que volviese en mí.
¡Qué suerte tiene esta señorita!, que tiene una varita, y cuando la agita, te convierte en princesita.
Con su caballo y con su escudero sale por la Mancha este caballero. Quiere justicia, busca aventuras y encuentra palos y desventuras.
Mi padre me llevó al bosque y el camino señalé marcándolo con piedrecitas para así poder volver.
¿A qué reyes me refiero, que a Belén fueron guiados por una estrella de Oriente, llevando oro y presentes y encontraron a otro Rey, recién nacido en el suelo? ¿A qué reyes me refiero?
La voz me quitaron para caminar, y el príncipe amado, me fue a rescatar.