Todo lo lleva delante,
los colmillos para la lucha
y la trompa para la ducha.

Sin tener alas yo vuelo. Tengo cola y no soy ave, y como usted muy bien sabe, sin viento me voy al suelo.

Es negro como un curita y no se cansa de hacer bolitas.

Aunque yo llevo pijama, siempre ando muy despierta, por no servir al león de suculenta merienda.

Verde nace, verde se cría y verde sube los troncos arriba.

Nunca camina por tierra, ni vuela, ni sabe nadar, pero aún así siempre corre, sube y baja sin parar.

Mis patas largas, mi pico largo, hago mi casa en el campanario.

Adivina quien yo soy: al ir parece que vengo, y al venir, es que me voy.

Tiene famosa memoria, gran tamaño y dura piel, y la nariz más grandota que en el mundo pueda haber.

Soy un animal patoso, y cuento con muchas patas; pero, en cambio, sólo tengo un pico y un par de alas.

Topó mi padre en la iglesia con uno vestido de negro, ni era fraile, ni era cura, que era lo que dije primero.