Un bulto veo venir,
sus pasos no hay quien los cuente,
y, cuando se acerca a mí,
meto mi cuerpo en su vientre.
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Un bulto veo venir, sus pasos no hay quien los cuente, y, cuando se acerca a mí, meto mi cuerpo en su vientre.
Un tipo de fino talle que con sólo tres colores ayuda a cruzar la calle a los niños y mayores.
Hombrecitos de colores, metidos en una caja, sin hablar nada te dicen: ¡peligro!, ¡cuidado!, ¡pasa!
Lugar de compra, lugar de venta, donde cada ama de casa hace su cuenta.
Zapatos de goma, ojos de cristal, con una manguera lo alimentarás, dentro del garaje lo sueles guardar.
Alta y delgada, cabeza brillante, ilumina de noche a los caminantes.
Por caminitos de hierro, el gusano de metal, en su barriga transporta la gente por la ciudad, llevándola por un túnel en completa oscuridad.
Tengo muchos pares, te los puedes probar, pero si te los llevas, tendrás que pagar.
Todos me pisan a mí, pero yo no piso a nadie; todos preguntan por mí, yo no pregunto por nadie.
El que la tenga que la atienda y si no lo mejor es que la venda.
