Dieciséis personajes,
con el rey y la reina,
se enfrentan a otros tantos:
si juegas mal
te encontrarás perdido
¡y ganará el contrario!
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Un combate que se entabla muy lento o con rapidez; ninguno de los dos habla; las piezas son más de diez.
Soy pequeña y de cristal, méteme en el hoyo y no perderás.
Cómete la «e» y pon una «a». Mírala muy bien y échala a volar.
Tengo cadenas sin ser preso, si me empujas voy y vengo, en los jardines y parques muchos niños entretengo.
Veintiocho caballeros, de espaldas negras y lisas, delante, todo agujeros, por dominar se dan prisa.
La pones sobre la mesa, la partes y la repartes pero nadie se la come.
Tengo caballos que suben y bajan, dan vueltas y vueltas y nunca se cansan.
En un suelo de baldosas unas blancas y otras negras, luchan reyes y peones, caballos, torres y reinas.
Sólo una faja es mi vestido, cuando me lo quitan arranco a bailar. Pies y manos no tengo, pero a los más jóvenes entretengo.
Juegan en la cancha más altos que bajos; meten la pelota dentro de los aros.