Veintiocho caballeros,
de espaldas negras y lisas,
delante, todo agujeros,
por dominar se dan prisa.
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Cuando yo subo, tú bajas; si tú subes, bajo yo: a la misma altura nunca podemos estar los dos.
Veintiocho caballeros ataviados de levita, que se ponen en la mesa a jugar una partida.
Juegan en la cancha más altos que bajos; meten la pelota dentro de los aros.
Yo-yo me subo, yo-yo me bajo; si lo adivinas eres muy majo.
Cómete la «e» y pon una «a». Mírala muy bien y échala a volar.
Veintiocho caballeros, de espaldas negras y lisas, delante, todo agujeros, por dominar se dan prisa.
Sobre un camino de hierro, muchas sorpresas tendrás, subo y bajo bruscamente, a mucha velocidad.
Bolitas pequeñas, de metal o de cristal, mételas en el hoyo y nunca perderás.
Atada a una cuerda volaba y volaba y un niño en la tierra la sujetaba.
Un combate que se entabla muy lento o con rapidez; ninguno de los dos habla; las piezas son más de diez.