Mil damas en un camino
sin polvo ni remolino.
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Mi nombre lo leo, mi apellido es pardo, quién no lo adivine, es un poco tardo.
Un bichito verde sobre la pared, corre que te corre, busca qué comer.
Nadie admira tu cantar, ni tus patas, ni tu pico, ya que todos quedan prendados de tu abanico.
Si la tienes tú la buscas, si no la tienes, ni la buscas, ni la quieres.
Tiene famosa memoria, gran tamaño y dura piel, y la nariz más grandota que en el mundo pueda haber.
Lo rascaba llorando de la crin a la cola y en él se iba trotando por una loma.
No vuela y tiene un ala, no es camión y hace «cran».
Con cuello largo y finito se pasea muy feliz, sólo si fueras mosquito le verias la nariz.
Dicen que la tía Cuca, se arrastra con mala racha. ¿Quien será esa muchacha?
Nunca camina por tierra, ni vuela, ni sabe nadar, pero aún así siempre corre, sube y baja sin parar.
