Alta y delgada,
cabeza brillante,
ilumina de noche
a los caminantes.
más adivinanzas de la ciudad y la calle...
Me llegan las cartas y no sé leer y, aunque me las trago, no mancho el papel.
Con sólo tres colores ordeno a cada uno. Si todos me respetan no habrá accidente alguno.
Tengo muchos pares, te los puedes probar, pero si te los llevas, tendrás que pagar.
Un bulto veo venir, sus pasos no hay quien los cuente, y, cuando se acerca a mí, meto mi cuerpo en su vientre.
El que la tenga que la atienda y si no lo mejor es que la venda.
Lugar de compra, lugar de venta, donde cada ama de casa hace su cuenta.
Zapatos de goma, ojos de cristal, con una manguera lo alimentarás, dentro del garaje lo sueles guardar.
Hombrecitos de colores, metidos en una caja, sin hablar nada te dicen: ¡peligro!, ¡cuidado!, ¡pasa!
Ciudadano muy mirado, moderno camaleón, subido en tu árbol, cambias de color.
Todos me pisan a mí, pero yo no piso a nadie; todos preguntan por mí, yo no pregunto por nadie.
