Me encuentras en la playa
a la sombra y al sol,
mi nombre tiene cara
y también tiene col.

Soy chiquitito, puedo nadar, vivo en los ríos y en alta mar.

No es león y tiene garra, no es pato y tiene pata.

Mi reinado está en el mar, soy de peso regordeta; un día, siglos atrás, me tragué entero a un profeta aunque luego lo expulsé al pensar que estaba a dieta.

Lo rascaba llorando de la crin a la cola y en él se iba trotando por una loma.

Chao, chao, rabito «alzao».

Piensa poco y salta mucho, dime su nombre que no te escucho.

Su padre relincha con pésima voz, su madre rebuzna y suelta una coz.

Por aquel camino va caminando quien no es gente; adivínelo el prudente que el nombre se quedó atrás.

Animal soy, desde luego; me llaman el jorobado, y que tengo cuatro patas, ya se da por descontado.

Del agua soy, tierra y aire cuando de andar me canso, si se me antoja vuelo si se me antoja nado.