Nazco y muero sin cesar;
sigo no obstante existiendo,
y, sin salir de mi lecho,
me encuentro siempre corriendo.
más adivinanzas de la naturaleza...
En el cielo soy de agua, en la tierra soy de polvo, en las iglesias de humo y mancha blanca en los ojos.
Como una peonza da vueltas al sol, gira que gira, sin tener motor.
Aparece por delante, por los lados, por la espalda, te descuidas un instante y te levanta la falda.
Tengo lecho y no me acuesto tengo curso sin ser maestro.
Muchas monjitas en un convento, visitan las flores y hacen dulces dentro.
No ves el sol, no ves la luna, y si está en el cielo no ves cosa alguna.
Sin vacación en sus cursos, al principio son pequeños, suelen nacer en montañas y morir de marineros.
Vuela en el aire, pace en la tierra, se posa en los árboles, anda en la mano, se deshace en el horno y se ahoga en el agua.
Desde el día en que nací, corro y corro sin cesar: corro de noche y de día hasta llegar a la mar.
El cielo y la tierra se van a juntar; la ola y la nube se van a enredar. Vayas donde vayas siempre lo verás, por mucho que andes nunca llegarás.