Nazco y muero sin cesar;
sigo no obstante existiendo,
y, sin salir de mi lecho,
me encuentro siempre corriendo.
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En mí se mueren los ríos, y por mí los barcos van, muy breve es el nombre mío, tres letras tiene no más.
Es tan humilde y tan buena que hasta se deja pisar; para el almuerzo y la cena la vaca la va a tomar.
Hay un hijo que hace nacer a la madre que le dio el ser.
Alto, alto, como un pino, pesa menos que un comino.
Van y llegan, se llevan lo que traen y lo que traen se llevan
Desde el día en que nací, corro y corro sin cesar: corro de noche y de día hasta llegar a la mar.
Cuatro puntos son y para distinguirlos necesitamos del sol.
En el cielo soy de agua, en la tierra soy de polvo, en las iglesias de humo y mancha blanca en los ojos.
En verano barbudo y en invierno desnudo, ¡esto es muy duro!
Un convento bien cerrado, sin campanas y sin torres y muchas monjitas dentro, preparan dulces de flores.