Van y llegan,
se llevan lo que traen
y lo que traen se llevan
más adivinanzas de la naturaleza...
Son mis colores tan brillantes que el cielo alegro en un instante.
Viene del cielo, del cielo viene, a unos disgusta y a otros mantiene.
En verano barbudo y en invierno desnudo, ¡esto es muy duro!
En el cielo soy de agua, en la tierra soy de polvo, en las iglesias de humo y mancha blanca en los ojos.
No soy estación del Metro ni soy estación del tren, pero soy una estación donde mil flores se ven.
Como el algodón suelo en el aire flotar, a veces otorgo lluvia y otras, sólo humedad.
Alto, alto, como un pino, pesa menos que un comino.
Cuatro puntos son y para distinguirlos necesitamos del sol.
Lomos y cabeza tengo y aunque vestida no estoy, muy largas faldas mantengo.
Como una peonza da vueltas al sol, gira que gira, sin tener motor.