Envuelto en un cobertor,
haga frío o calor.

Nunca camina por tierra, ni vuela, ni sabe nadar, pero aún así siempre corre, sube y baja sin parar.

Blanca fue mi niñez, morada mi mocedad, negra y prieta mi vejez, adivina qué será.

Nunca pongo mala cara, aunque siempre me dan col, acierta bobalicón.

En la mejor ocasión, al lado del mazapán y a la espera del champán.

En la ventana soy dama, en el balcón soy señora, en la mesa cortesana y en el campo labradora.

Cuatro hermanos creó Dios, en nada los hizo iguales, son enemigos mortales, los dos de los otros dos. El uno mantiene al mundo, el otro bautizó a Cristo, el otro está en el infierno y el otro no lo hemos visto.

Orejas largas, rabo cortito; corro y salto muy ligerito.

Yo soy el diminutivo de una fruta muy hermosa, tengo virtud provechosa, en el campo siempre vivo y mi cabeza es vistosa.

Sobre la vaca, la «o», a que no lo aciertas, no.

Soy sabia y no tuve escuela para mí no hubo doctrina soy maestra de cocina y cocino sin candela.