Iba una vaca de lado,
luego resultó pescado.
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No lo parezco y soy pez, y mi forma la refleja una pieza de ajedrez.
Ella no tiene pies, y si te descuidas, parece un pez.
En una cala del mar, aunque con muy mala pinta, dispuesto para pintar utilizando su tinta.
Tengo ocho patas cargadas de ventosas, y paseo por las rocas, meciéndome en las olas. ¿Quién soy?
El cielo y la tierra se van a juntar; la ola y la nube se van a enredar. Vayas donde vayas siempre lo verás, por mucho que andes nunca llegarás.
Soy el que jamás descansa y va y viene sin cesar. Nunca me puedo secar. Jamás te aburre mi danza. En presencia o añoranza tu siempre me vas a amar.
Sin estrujarte el testuz y rápido cual centella, ¿sabrás decirme qué estrella nunca jamás tiene luz?
Soy chiquitito, puedo nadar, vivo en los ríos y en alta mar.
Llegamos sin cesar, una tras otra, desde el mar a la playa a descansar. A veces, sin embargo, más furiosas, los barcos podemos destrozar.
Un truquito este pez tiene que no todo el mundo sabe: si a su nombre quitas la «ene», va y se transforma en ave.