Las cinco vocales
en su nombre lleva,
y no siendo ave
por la noche vuela.

Soy un animal patoso, y cuento con muchas patas; pero, en cambio, sólo tengo un pico y un par de alas.

Donde nadie sube, trepo, donde nadie anda, trisco, muy poco estoy en el valle, pues lo mío son los riscos.

Adivina, adivinajera: no tiene traje y sí faltriquera.

Canta cuando amanece y vuelve a cantar cuando el día desaparece.

Duro por arriba, duro por abajo, cara de serpiente y patas de palo.

De celda en celda voy pero presa no estoy.

Avión minúsculo, picando en barrena sobre nuestro músculo.

Soy dama cruel, temerosa, me paseo en verde prado, y todo aquel que me mira se queda muy espantado. Yo luzco un largo vestido que en tienda no fue comprado, no fue por mano de sastre, ni medido, ni cortado.

Te doy leche y mi lana, y para hablar digo: «beeeee», si no adivinas mi nombre yo nunca te lo diré.

Adivina adivinador, por las mañanas soy un gran cantor.