Por aquel camino va
caminando quien no es gente;
adivínelo el prudente
que el nombre se quedó atrás.
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En el campo me crié dando voces como loca; me ataron de pies y manos para quitarme la ropa.
Sobre la vaca, la «o», a que no lo aciertas, no.
Mi reinado está en el mar, soy de peso regordeta; un día, siglos atrás, me tragué entero a un profeta aunque luego lo expulsé al pensar que estaba a dieta.
Verde como el campo, campo no es, habla como el hombre, hombre no es.
Lo rascaba llorando de la crin a la cola y en él se iba trotando por una loma.
Orejas largas, rabo cortito; corro y salto muy ligerito.
Por más que se suena el moco le cuelga.
Mientras ella cacarea, él va buscando pelea.
De colores muy galano, soy bruto y no lo parezco, perpetua prisión padezco, uso del lenguaje humano, si bien de razón carezco.
Con su risa mañanera toda la playa alborota, pescadora y marinera.