Yo soy el diminutivo
de una fruta muy hermosa,
tengo virtud provechosa,
en el campo siempre vivo
y mi cabeza es vistosa.
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Es la reina de los mares, su dentadura es muy buena, y por no ir nunca vacía, siempre dicen que va llena.
Adivina, adivinajera: no tiene traje y sí faltriquera.
Sobre la vaca, la «o», a que no lo aciertas, no.
En el estanque me admiran, por mi elegancia y belleza tengo cuello largo y fino y muy bonita cabeza.
¿Quién hace en los troncos su oscura casita y allí esconde, avara, cuanto necesita?
En la ventana soy dama, en el balcón soy señora, en la mesa cortesana y en el campo labradora.
Soy amarillo por dentro, tengo blanco el cascarón, y aquí me hizo famoso, un tal Cristóbal Colón.
Soy sabia y no tuve escuela para mí no hubo doctrina soy maestra de cocina y cocino sin candela.
Yo soy el diminutivo de una fruta muy hermosa, tengo virtud provechosa, en el campo siempre vivo y mi cabeza es vistosa.
Blanca fue mi niñez, morada mi mocedad, negra y prieta mi vejez, adivina qué será.
