Con mi cara tan cuadrada,
lisa o con dibujitos,
resignada y por los suelos,
me repito, me repito…
más adivinanzas de cosas de la casa...
En la mesa me ponen y sobre mí todos comen.
En un cuarto me arrinconan sin acordarse de mí, pero pronto van a buscarme cuando tienen que subir.
Aunque al dormir me consultan, nunca suelo contestar.
Es un campo colorado con los surcos muy derechos; muy en alto está situado e inclinado de dos lados.
En el campo soy hallada y al fuego alimento. Donde quiera que soy llevada, es para darme tormento.
Está hecha de metal, de madera o de cristal y golpes siempre recibe cuando la entrada prohíbe.
Un barbecho bien labrado, ni entra mula, ni entra arado.
A la entrada de tu casa algo suena si lo aprietan y tu sales presurosa a abrir deprisa la puerta.
Golpe va, golpe viene y en su puesto se mantiene.
Hay un hijo que hace nacer a la madre que le dio el ser.