Una letra pizpireta,
de perdiz y cazoleta
que se esconde en la maceta.
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Sin ser el padre de Adán, principio y fin del alma he sido. En medio del mar y al final de la tierra, se escucha mi sonido.
Una vez en un minuto, dos veces en un momento, tres veces en mimetismo, y en cuatro, ¡no la encuentro!.
En el principio de Roma, tú me puedes encontrar. Vivo en medio de París y también al final del mar.
En medio del mar, hay una negrita, no come ni bebe, y siempre está gordita.
Aunque diciendo mi nombre des tú casi un estornudo, hacha me tiene en su vientre pero mi sonido es mudo.
Soy un palito muy derechito, y encima de la frente llevo un mosquito, que ni pica, ni vuela, ni toca la vihuela.
En la vaca estoy, en el viento voy, si en burro me ves en ortografía vas al revés.
La letra más alta soy, la más delgada también, la luna y el sol me llevan, el aire nunca me ve.
No me pronuncies dos veces que tengo sonido feo; siendo la letra del kilo en carreteras me veo.
La última de todas soy, pero en zurdo y zapato primera voy.
