Con su trompa preparada
pasa a tu lado zumbando,
se posa en tu piel desnuda
y tu sangre va chupando.

Una adivinanza te voy a poner a ver si adivinas lo que es: Tiene dos patitas y no tiene pies; plumas de colores y pico también. Cuando tiene hambre suele decir «pío»; cuando tiene frío se mete en el nido.

Con la primavera, llega la viajera. Su nido es de barro y su cola, de tijera.

Mi nombre lo leo, mi apellido es pardo, quién no lo adivine, es un poco tardo.

Soy un animal pequeño, piensa mi nombre un rato, porque agregando una «n» tendrás mi nombre en el acto.

Dos torres altas, dos miradores, un quitamoscas, cuatro andadores.

Soy roja como un rubí y llevo pintitas negras, me encuentro en el jardín, en las plantas o en la hierba.

Soy sabia y no tuve escuela para mí no hubo doctrina soy maestra de cocina y cocino sin candela.

Sal al campo por las noches, si me quieres conocer, soy señor de grandes ojos, cara seria y gran saber.

De frente miro al sol sin que me ciegue, más alto vuelo que ave alguna, símbolo soy de imperios y reyes y dos cabezas a veces me dibujan. ¿Quién soy?

Un espléndido abanico que no produce pavor, sus alas, plumas y pico son reales, sí señor.