De nada me sirven,
estas cuatro patas,
que quieta estoy siempre,
sobre mí, el durmiente.
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Ni corre, ni vuela, pero siempre te precede, cuando vas o cuando llegas.
Soy de cabeza redonda y me sostengo en un solo pie. Soy de tal fortaleza que a Dios hombre sujeté.
No pienses que es una col, o que baila el chachachá; búscala sobre tu cama, que yo te la he dicho ya.
Poseo dientes y ojos y para hacerme trabajar me has de meter en cerrojos.
De nada me sirven, estas cuatro patas, que quieta estoy siempre, sobre mí, el durmiente.
Pequeña como una pera y alumbra la casa entera.
No soy el sol, tampoco el fuego; pero la casa bien que caliento.
Cuanto más se moja, más te seca. ¿Qué es?
Caja llena de soldados, todos largos y delgados, con gorritos colorados.
Es venta y no se vende, es Ana, pero no es gente.
