Desde hace miles de años
hemos transportado al hombre;
ahora nos lleva escondidos
en el motor de su coche.

Mi nombre lo leo, mi apellido es pardo, quién no lo adivine, es un poco tardo.

Sin salir de su casa por todos los sitios pasa.

Para ser más elegante no usa guante ni chaqué sólo cambia en un instante por una "efe" la "ge".

Orejas largas, rabo cortito; corro y salto muy ligerito.

Cuando nada en los ríos parece un tronco flotante, pero si muestra sus dientes todos huyen al instante.

No lo parezco y soy pez, y mi forma la refleja una pieza de ajedrez.

Soy dama cruel, temerosa, me paseo en verde prado, y todo aquel que me mira se queda muy espantado. Yo luzco un largo vestido que en tienda no fue comprado, no fue por mano de sastre, ni medido, ni cortado.

De verde esmeralda sobre la tapiada, rabo rabilargo, pata estirada, corre que te corre, mocita salada.

Con su risa mañanera toda la playa alborota, pescadora y marinera.

Es la reina de los mares, su dentadura es muy buena, y por no ir nunca vacía, siempre dicen que va llena.