Fui a la plaza
y compré un negrito.
Llegué a la casa
y se puso coloradito.
¿Qué es?
más adivinanzas de cosas de la casa...
La cara que yo acaricio, dejo de seda al momento, porque ni un pelo se resiste a mi marcha, ¡buen invento!
Caja llena de soldados, todos largos y delgados, con gorritos colorados.
Aunque tengo cuatro patas, yo nunca puedo correr, tengo la comida encima, y no la puedo comer.
Cuando te veo me ves, cuando me ves te veo, y no te parezco feo.
En el buen tiempo a nadie marea, en cuanto llueve repiquetea.
En el campo fui nacida, vestida de verdes ramas, y al pueblo me trajeron, para servir a las damas, a mí todo me regalan, caramelos, miel, melada, mas yo todo lo reparto, porque no sé comer nada.
Vivo en alta situación y en continuo movimiento, con exactitud presento del aire la dirección.
No soy el sol, tampoco el fuego; pero la casa bien que caliento.
Habla y no tiene boca, oye y no tiene oído, es chiquito y hace ruido, muchas veces se equivoca.
Como conoce la clave, gira por su laberinto y deja entrar al recinto.
