Lenta dicen que es
porque sólo asoma
la cabeza, las patas y los pies.
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En alto vive, en alto mora, en alto teje, la tejedora.
Un espléndido abanico que no produce pavor, sus alas, plumas y pico son reales, sí señor.
Zumba que te zumba, van y vienen sin descanso, de flor en flor trajinando y nuestra vida endulzando.
Sobre la vaca, la «o», a que no lo aciertas, no.
Tengo ocho patas cargadas de ventosas, y paseo por las rocas, meciéndome en las olas. ¿Quién soy?
Mi nombre lo leo, mi apellido es pardo, quién no lo adivine, es un poco tardo.
Anido en las torres, largo cuello tengo y todos los años por San Blas vengo.
Es negro como un curita y no se cansa de hacer bolitas.
Nadie admira tu cantar, ni tus patas, ni tu pico, ya que todos quedan prendados de tu abanico.
De verde esmeralda sobre la tapiada, rabo rabilargo, pata estirada, corre que te corre, mocita salada.
