Lo rascaba llorando
de la crin a la cola
y en él se iba trotando
por una loma.
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La jaula es su casa, su ropaje amarillo, con su canto alegra a todos los vecinos.
Mientras ella cacarea, él va buscando pelea.
Soy roja como un rubí y llevo pintitas negras, me encuentro en el jardín, en las plantas o en la hierba.
Sobre la vaca, la «o», a que no lo aciertas, no.
¿Quién hace en los troncos su oscura casita y allí esconde, avara, cuanto necesita?
Tengo tinta, tengo plumas y brazos tengo, además, pero no puedo escribir, porque no aprendí jamás.
Iba una vaca de lado, luego resultó pescado.
Cargadas van, cargadas vienen y en el camino no se detienen.
Por más que se suena el moco le cuelga.
Cuantas manos le dio el mar a este extraño pasajero que lo quieren contratar para que juegue de arquero ¿quién es?