Pequeños, redondos, con agujeritos,
valemos muy poco, solos o juntitos,
mas de nosotros depende
el buen vestir de la gente.
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Vengo al mundo a trabajar, y tengo tan mala suerte, que todos me pinchan el culo, y yo no me puedo quejar.
Dama da, dama deja, y no se queja de lo que deja.
Primero ciega, luego pincha y todo une mientras camina.
Pequeños, redondos, con agujeritos, valemos muy poco, solos o juntitos, mas de nosotros depende el buen vestir de la gente.
De mi ojo cuelga un hilo largo, que une las telas y hace las prendas.
Verde fue mi nacimiento y amarillo fue mi abril; tuve que ponerme blanco para poderte servir.
Cuando pasa ¡cómo pisa!, deja rasa la camisa.
Con «A» empieza mi nombre, de las damas soy querido, si me prenden voy seguro, y, si me sueltan, perdido.
Una cosa que no es cosa y lo es.
Dos hermanas diligentes que caminan al compás, con el pico por delante y los ojos por detrás.
