Una señora, muy aseñorada,
tiene muchos dientes
y se cose a puntadas.
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Si bien empiezo con bo, no soy bota ni botijo, ¡bobo, tonto!, ¡qué lo he dicho!
De mi ojo cuelga un hilo largo, que une las telas y hace las prendas.
Yo con mi hermana gemela andamos siempre al compás, con la boca por delante y los ojos por detrás.
Una señora, muy aseñorada, tiene muchos dientes y se cose a puntadas.
Dos hermanas diligentes que caminan al compás, con el pico por delante y los ojos por detrás.
Cuando me caliento hasta los talones aliso camisas y pantalones.
Siempre de mí dicen algo, aunque muy humilde soy; no soy señor y me tratan, con la nobleza del don.
Un pie grave, ardiente y plano, va dejando el campo llano y, al pasar, su calentura va dejando en la llanura.
Pico sin tener enojos y, sin nacer, soy de corte, pero muchos, con arrojos, los dedos, viendo mi porte, me los meten por los ojos.
Don dedín tiene un sombrero para no hacerse agujeros.